Sabes que aquella cara de emoción se fue borrando con el tiempo por la falta de resultados.
Sabes que hice hasta lo imposible aunque tú parecieras no darte cuenta.
¿Sabes qué? He dejado la pelota en tu tejado y ahora serás tú el que decida si quiere jugar. Que yo ya no soy la misma, y lo has notado. Que las promesas que no se llegaron a cumplir me terminaron por hundir.
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